Exquisito ágape rítmico de Viviana Díaz. Ante casa llena en la Fundación Nacional para la Cultura Popular, la flautista ofrendó buena música junto a su grupo A Tempo de Flauta.
Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Misión musical cumplida. Viviana Díaz y su grupo A Tempo de Flauta encendieron el salón de actividades de la Fundación Nacional para la Cultura Popular (FNCP) con una amplia variedad rítmica a la carta que complació al entusiasta público. Ante un lleno total, la flautita brindó un diverso repertorio de temas conocidos y logró el apoyo de los presentes, quienes cantaron muchas de las letras.
Acompañada por Joseph Ramírez (bajo), César Cortes (guitarra, cuatro y tres), Federico Delgado (percusión) y José Ángel Latorre (güiro); Viviana Díaz (directora, flauta y voz) se entregó en una rica y diversa propuesta rítmica.
La apertura fue con la pieza emblemática de Noel Estrada ‘En mi viejo San Juan’ donde al son de rumba regaló puro sentimiento a través de buen fraseo y acertados momentos de improvisación. Los presentes se unieron a cantar la letra, tras una invitación de la artista en pensar en sus seres queridos en la diáspora.
Con un bolero-son siguió ‘Lágrimas negras’ el popular tema cubano en donde todo el personal musical elaboró cadenciosas improvisaciones. Es meritorio destacar que, a través de la presentación Viviana narró anécdotas y comentarios de importancia de cada uno de los compositores y sobre los temas. Un extra que la audiencia recibió con notable agrado.
‘Soñando con Puerto Rico’ le siguió en un arreglo bolero-jazz que bajó la velocidad y brindó un momento de nostalgia a la música de Bobby Capó. Una improvisación de César Cortes (guitarra) adornó con elegancia las notas emitidas por la flauta de Díaz.
El son montuno ‘Tumba palo cocuyé’ prendió de ritmo el auditorio –la mejor pieza de noche- acompañando con sus palmas, el pegajoso corte que movió a varios desde sus sillas. El sabroso tema dejó sellado la conexión del grupo con improvisaciones de Viviana (flauta), Cortes (tres), Ramírez (bajo) y Delgado en las tumbadoras.
La alegría de la protagonista era evidente en su rostro, ante un público adentrado en el concierto, repleto de familiares y amigos que brindaron vítores de aprobación constantemente. Cada una de las piezas generó emoción en el público. La flautista demostró su versatilidad rítmica al interpretar el cásico del folclor peruano ‘El cóndor pasa’, para luego entregar una pieza que, nos recordó al legendario flautista boricua fallecido, Dave Valentín, ‘Obsesión’ de Pedro Flores en jazz latino. Precisamente, Valentín junto a Néstor Torres son fuentes de inspiración para Díaz.
‘Wave’ de Antonio Carlos Jobim puso a viajar al compás de bossa-nova, antesala a ‘Piel canela’ en chacha con el respaldo coral de los presentes. El bolero ‘Quizás, quizás, quizás’ creó efervescencia en el hábitat, porque además de tocar la flauta, Viviana cantó la famosa canción. Instante muy emotivo.
La pieza clásica ‘Syrinx’ se antepuso al corte guapachoso y legendario ‘Pare cochero’ en tiempo de guaracha que instó a moverse desde los asientos. Un seis Celinés de toque típico puertorriqueño no podía faltar para dejar claro, su incursión en ritmos nacionales. Junto al danzón ‘Almendra’ continuó la variación en su propuesta musical, añadiendo sentimiento patrio con uno de los himnos de Puerto Rico, el emotivo ‘Verde luz’ de Antonio Cabán Vale ‘El Topo’.
La noche continuó por su vereda tropical encantadora. Deleitó con más canciones. Un concierto emotivo, primerizo y mágico. A la luz tenue en la sede de la cultura puertorriqueña. Propuesta sonora de gran entrega, pasión y dedicación, de una artista que se desarrolla efectivamente dentro del pentagrama nacional. Punto de partida sin vuelta atrás… La perseverancia y compromiso de Viviana Díaz son características vitales y positivas para una artista que busca su espacio en la escena musical.
Exquisito ágape rítmico de Viviana Díaz